Esta novela de Wilde nos presenta a un protagonista, Dorian, que estimulado por un noble rebelde, Lord Henry, se obsesiona por la belleza y por la fuente de la juventud. Rechaza el paso del tiempo y se dedica a la «dolce vita», o sea, a gozar de la vida y sus placeres hasta las últimas consecuencias, sabiendo que el único que va a padecer los vicios físicos y morales que experimente, va a ser su imagen hermosa pintada en un cuadro por su amigo Basil. De esto se empieza a dar cuenta cuando decide abandonar al «amor de su vida», Sibil Vane. Esta le encandilaba cuando actuaba en un teatro de barrio de Londres. Sin embargo, el día que llevó a sus amigos para que disfrutaran de su interpretación, esta, estaba tan feliz por contraer un matrimonio precipitado a petición de Dorian, que actuó penosamente a propósito, pues su intención era dedicarse solo a su marido. Después de contemplar su pésima representación Dorian la rechaza con gran desprecio. Ella, a continuación, decide quitarse la vida.
Dorian ve en este hecho, algo hermoso y romántico, lejos del natural arrepentimiento por su egolatría. A partir de este momento observa que su imagen del cuadro se empieza a deteriorar.
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